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¿Aprender japonés es difícil?

Actualizado: 4 may 2023

Es una de las preguntas más habituales que me hacen mis alumnos antes de empezar a estudiar japonés. Y mi respuesta es siempre la misma: puede que sea ligeramente más difícil que una lengua latina. Sin embargo, lo más importante a la hora de aprender un idioma es la motivación y si el japonés te gusta y su cultura te apasiona, estoy segura que te resultará más fácil que aprender italiano, por ejemplo.


Dicho esto, ¿qué es lo que convierte al japonés en ese idioma tan complicado para un hispanohablante? En primer lugar, su estructura gramatical. El español es una lengua SVO (sujeto, verbo, objeto) mientras que el japonés es SOV (sujeto, objeto, verbo). Esto provoca, sobretodo al principio, que nuestras mentes tengan que hacer un doble esfuerzo para construir frases y entenderlas de manera natural. En japonés la información primordial para entender el significado de las oraciones se encuentra siempre al final. Tenemos que esperar a escuchar el verbo para entender que nos están diciendo y por ello el esfuerzo de retentiva es todavía mayor. Pero os alegrará saber que a fuerza de exponernos al idioma, llega un momento en que nuestro cerebro hace un "click" y entonces esto ya no nos parece complicado nunca más.


Estrechamente relacionado con la manera que tiene el japonés de estructurar sus oraciones, hallamos las joshi, traducidas habitualmente como partículas. Las más comunes son monosilábicas y son elementos del lenguaje que se sitúan detrás de las palabras para indicar qué función gramatical cumplen éstas dentro de la oración. Existe un gran número de joshi e incluso se han llegado a escribir libros enteros acerca de la diferencia de uso entre las partículas ga y wa. Esto, sin embargo, no debe asustaros. Su uso, de manera general, no es tan complicado. Y en aquellos casos en los que la línea entre una y otra es más fina, equivocarse no impide la comunicación.


El segundo aspecto que convierte al japonés en un lenguaje complejo son sus niveles de formalidad. Esta característica no es única del idioma japonés, en español por ejemplo tenemos la forma de “usted” para dirigirnos a otras personas cuando queremos expresar respeto. Y en coreano, idioma mucho más cercano al japonés, el uso de los niveles de formalidad está a la orden del día en cualquier conversación con un desconocido.


En japonés existen tres niveles de formalidad principales: el lenguaje informal, el lenguaje formal y el lenguaje honorífico. El lenguaje informal es el que utilizarías con tus allegados (amigos y familia), el lenguaje formal con los desconocidos o con personas mayores que tú y a las que quieres expresar respeto (por ejemplo, los padres de tus amigos). Mientras que el lenguaje honorífico (keigo) es el más complicado de aprender y utilizar. Éste a su vez se compone de dos niveles de formalidad dependiendo de si estás hablando sobre tu interlocutor, por lo que serás extremadamente formal o si hablas de ti; en este caso se utilizará el lenguaje humilde. Es el lenguaje que se usa en entornos profesionales o con personas muy mayores. Lo que lo hace realmente complejo es la variedad de palabras que existen para referirse a una única cosa y la diversidad de terminaciones verbales. Sin duda, es siempre una de las lecciones más “odiadas” por mis alumnos.


¿Y cuál es el tercer punto que hace del japonés uno de los más complicados de aprender? Su sistema de escritura. Es un idioma compuesto por dos silabarios de 46 caracteres diferentes cada uno (hiragana y katakana), además de miles de caracteres ideográficos llamados kanji que a su vez tienen diversas lecturas dependiendo de su uso. Dicho así puede sonar bastante descorazonador. Nada más lejos de la realidad. Los silabarios pueden llegar a memorizarse en cuestión de tres meses y los kanji pueden ir aprendiéndose de manera progresiva mientras estudias el idioma y son sin duda uno de los aspectos más apasionantes del japonés. De todas maneras, siempre animo a mis estudiantes a que aprendan tanto silabarios como kanji no de manera aislada sino de forma paralela al estudio del idioma para contextualizarlos y que resulten mucho más sencillos de memorizar.


Un poco de historia: el japonés allá por el siglo IV no disponía todavía de sistema de escritura propia, así que adaptaron los caracteres picto-ideográficos provenientes del idioma chino al japonés. Estos fueron evolucionando con el paso de los siglos según la pronunciación y necesidades del japonés. Existían dos maneras de adaptar los ideogramas: aplicando la pronunciación japonesa al carácter chino sin tener en cuenta la pronunciación original o utilizar el kanji solo por su fonética e ignorar su significado. Como resultado de esta segunda práctica, alrededor del siglo X nació el silabario hiragana que son simplificaciones fonéticas de ciertos kanji. El silabario katakana fue creado por los monjes budistas para escribir de manera rápida las escrituras sagradas. Así vemos como ambos nacieron de la necesidad de adaptar los complejos caracteres chinos al japonés.


Como hemos dicho, los silabarios hiragana y katakana se componen cada uno de 46 caracteres totalmente diferentes pero que son equivalentes en fonética. Es decir, cada sonido del silabario hiragana tiene su equivalente en el katakana con un carácter diferente. A excepción de las vocales (que son cinco al igual que en el español), el resto de los kanas son sílabas: una combinación de consonante y vocal, excepto por la consonante “n” que sí puede escribirse sola.

Cada silabario tiene su uso propio: el hiragana se utiliza para escribir las desinencias verbales y adjetivales, las partículas y algunas conjunciones y adverbios. Como estudiantes principiantes también lo usaremos para escribir sustantivos y verbos de los que desconocemos el kanji. Todo llegará. El katakana se usa para escribir extranjerismos y onomatopeyas.


Se dice que existen más de 300.000 kanji. Por fortuna, a partir del año 1981 se establecieron como kanji de uso común un total de 1945 caracteres, los llamados jouyou kanji. Conociendo estos caracteres seríamos capaces de poder leer un periódico en japonés. Hay mucho que decir acerca de los kanji y nos daría para otra entrada entera del blog, además de ser uno de mis puntos favoritos del japonés. Así que de momento lo dejamos aquí.


Pero no todo son dificultades a la hora de aprender el idioma japonés. Tiene aspectos que lo acercan mucho al español y permite que su aprendizaje sea mucho más sencillo para un hispanohablante que para hablantes de otras lenguas. ¿Interesado en saber cuáles son? ¡Atento a los próximos posts!


Mujer estudiando delante de un ordenador


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